En el año 683, la civilización maya desapareció misteriosamente sin dejar rastro. Pero quedó en la historia su legado de sabiduría y profecías del que podríamos llamar “el nuevo mundo”.
Este legado consiste en un Calendario, unos códices además de matemáticas y astronomía avanzados para la época.
El calendario maya o Tzolkin consiste en una serie de ciclos interrelacionados cuyas bases son los ciclos naturales de la tierra, la luna, el sol y la galaxia. Está estructurado con 260 combinaciones entre 20 glifos o símbolos y 13 tonos o números.
Estos glifos o símbolos combinados con los tonos o números, conforman una estructura armónica conformando variantes en cada ciclo. Estos ciclos son totalmente cambiantes según el cálculo maya dependiendo de factores como la rotación de la tierra alrededor del sol, la rotación de la luna alrededor de la tierra y la rotación del sol alrededor de la galaxia.
“El calendario sagrado Tzolkin, posee 13 números, que representan frecuencias de luz llamados tonos y 20 sellos o símbolos sagrados llamados glifos. Si pudiésemos dar tonos y semitonos a los 13 números y a los 20 sellos, tendríamos la canción del universo. 13 es el número sagrado, 13 son los giros perfectos de 28 días que da la luna alrededor de la tierra, estableciendo el calendario de 13 lunas. 20 corresponde a los 13 dedos: 10 en los pies nos anclan a la tierra y 10 en las manos nos llevan al cielo.” Tomado de “Las Profecias de los mayas galácticos” Gallego Marín, Germán.
Comparando el calendario maya, con el calendario gregoriano (nuestro habitual calendario), hay diferentes ritmos armónicos entre uno y otro. El gregoriano maneja un ritmo de 12 lunas y 60 como base del tiempo sexagesimal (60 segundos por minuto) mientras que el calendario maya maneja su ritmo de 13 lunas (cabe anotar que hay 13 lunas llenas por año) y 20 glifos, que en este caso manejan la frecuencia de lo que los mayas llamaban frecuencia galáctica (20 segundos por minuto).
Luego de esta introducción, habría que contestar ¿para qué el calendario maya?
Los expertos en el tema aseguran que el calendario maya hace su cambio de año el 26 de julio, y es armónico con los ciclos naturales del universo (referido a las lunas y la rotación de la tierra). Esto genera un flujo positivo de energía al estar acorde con el planeta, ya que el inicio del año maya es durante el verano en el hemisferio norte, base sólida de la civilización humana, generando según los estudiosos de los mayas un inicio de año armónico con las energías del universo. Es un calendario que promueve la vida en todas sus formas y la evolución de todos los seres vivos. En contraste, el calendario gregoriano hace su inicio de año durante el invierno, generando una disonancia con los ciclos naturales, y promoviendo la muerte y el estancamiento. Una breve analogía que fue transmitida por quienes contribuyeron para esta investigación es “No se puede sembrar ni recoger en invierno, pero si se puede hacer en verano” relacionando el inicio de año, con el inicio de la prosperidad.
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